La obra que comentamos el pasado jueves 28 de enero de 2010 es una novela, escrita en 1963 por el escritor alemán Heinrich Böll que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1972.
La editorial Seix Barral nos la presenta así en su ficha-libro:
En nuestro grupo hubo opiniones para todos los gustos, como por otra parte es de esperar. A algunas de nosotras nos gustó mucho y a otras les resulto aburrida. Se habló del poder de coacción de un grupo (cualquiera de ellos) sobre sus miembros, de la frialdad de la madre de Hans Schnier, del desengaño que sufre por parte de todos y cada uno de los familiares y amigos a los que acude en busca de ayuda. La muchas veces difícil relación entre padres e hijos. Los sentimientos de culpa que debieron sentir muchos alemanes durante la posguerra al hacerse conscientes de la magnitud del genocidio cometido y al que contribuyeron unos con su silencio y su dejar hacer y otros con una implicación activa. Hablamos también de un cierto tipo de "pobreza" que sufren los ricos. Hans Schnier pasó hambre de patatas y otras personas de las de carne y hueso acumulan ladrillos mientras en su casa pasan con menos de lo justo. El padre de Hans se va llorando pero deja al hijo con un único marco en la mano. El hermano seminarista deniega acudir a su casa cuando Hans se lo pide porque antepone el servicio religioso. La expresividad de las descripciones que utiliza el autor que con pocas palabras nos sitúa no solo ante una escena sino que provoca unas emociones, nos hace sentir, meternos en la piel del protagonista, como cuando, con toda la cara embadurnada de pintura blanca, se mira desolado al espejo incapaz de hacer sus ejercicios faciales.«Soy un payaso y colecciono momentos», con estas palabras se describe a sí mismo Hans Schnier, un artista venido a menos, destruido por la pérdida de un horizonte social y personal que le es tan ajeno como la felicidad que le ha sido vetada. Narrada en primera persona, Opiniones de un payaso es la obra con la que Heinrich Böll se situó definitivamente en el centro de la conciencia alemana, no solamente de la literaria sino sobretodo de la moral, política y religiosa. Católico ferviente, Böll se sintió obligado a manifestar su repugnancia ante las formas de adulteración y perversión que ciertos elementos representativos del catolicismo alemán creyeron conveniente adoptar con el fin de defender posiciones del poder político.
A través de la irónica, inconformista, y a la vez conmovedora historia de «su payaso», Böll quiso devolver al catolicismo la conciencia de su espiritualidad y de sus deberes con las personas y sus humildes y patéticas pasiones individuales. Humor y ternura convierten estas páginas en el magistral retrato de una sociedad hipócrita y materialista, en una crítica feroz capaz de sobrecoger al admirado lector. No en vano ha sido éste uno de los mayores best-sellers de la literatura alemana de posguerra; no en vano es, hoy en día, un clásico imprescindible.
A mí me parece una gran obra, con mucha calidad literaria, original y vigente pese a los más de cuarenta años transcurridos desde su publicación, como pienso que les ocurre a todas las obras maestras. Ha sido un gran placer leerla. MR.
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